En memoria de Julio Brea Franco
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Escrito por: EDUARDO JORGE PRATS (e.jorge@jorgeprats.com)
Julio Brea Franco ha muerto. En un exilio auto impuesto o quizás forzado, triste destino de los constitucionalistas que se acercan tal vez demasiado al poder, cuyos rayos queman tanto como el sol que abrasó a Ícaro, ha pasado a mejor vida tras una enfermedad que le afectó, todavía joven y en la madurez perfecta para seguir aportando al país al cual amó y por el cual luchó tanto.
Le conocí en 1986. Estaba preparando mi tesis, bajo la asesoría de mi profesor de Derecho Constitucional, Adriano Miguel Tejada, y éste tuvo la gentileza de conseguirme una entrevista con el autor del magnífico libro de texto de sus clases. Acudí desde Santiago de los Caballeros a la cita, puntual, loco por conocer al autor de la obra “El sistema constitucional dominicano”, la cual me había leído de cabo a rabo. Brea Franco me dedicó casi dos horas de su tiempo y quedé sorprendido por su inteligencia, generosidad intelectual y capacidad de trabajo.
Posteriormente compartiría con él, Adriano y sus esposas en una fiesta en el Centro Español de Santiago. En 1987, marché fuera del país y regresé en 1991. Muchos años después, me topé con Brea Franco, disfrazado de pirata en un restaurante de la Zona Colonial. Fue casi como una aparición: lo saludé como si él fuera Francis Drake, porque hacía siglos que no lo veía.
La historia de la ciencia constitucional dominicana no puede escribirse sin dedicar un capítulo a Julio Brea Franco. Su manual de Derecho Constitucional, aún hoy, tras la reforma constitucional integral de 2010, sigue siendo una obra de consulta obligada, imprescindible para conocer el funcionamiento de los poderes públicos y el sistema electoral. Este manual, tal como su nombre lo indica, es verdaderamente sistemático, escrito, además, en un lenguaje accesible para expertos y legos en la materia, y, lo que no es menos importante, desde una perspectiva interdisciplinaria, que mezcla el Derecho con la politología, sin que la última disuelva al primero, lo que solo puede lograr un alumno de Giovanni Sartori que, como Brea Franco, se graduó summa cum laude de la Universidad de Florencia. Lo mismo puede decirse de su libro y ensayos sobre el sistema electoral dominicano.
La última vez que supe de Julio fue el 19 de octubre de 2007, cuando recibí un correo donde me contestaba otro que le había enviado, el cual cito, porque dice mucho de la bonhomía y generosidad del académico y del hombre público. Me decía: “Eduardo, pienso que haces muy bien si dedicas algunas de tus entregas a esbozar las concepciones y motivos que explican el anteproyecto de reforma constitucional.
Creo que quizás así deba interpretar tu artículo de esta misma semana. Es preferible que lo hagas ahora, antes de los eventuales aplausos y los rechazos de la iniciativa que podrían darse, no ya en el contexto de una campaña pero sí de una reelección que podría ser bastante probable. Tú sabes cuan arisco y pequeño es el ambiente nuestro. Total el documento es un secreto conocido. Que lo hagas no creo que contravenga tu fidelidad a la comisión a la que debes respetar. La mía es de todas maneras una sugerencia.
Como también lo es esta otra. He recopilado los artículos que he venido escribiendo desde enero pasado como un primer paso para sacar muchos de mis papeles ya escritos de antes y de reciente. De nada sirve tener estas cosas si no salen a la luz pública para estimular algún mortal con inquietudes. El blog de Julio Brea Franco lo podrás ver, y para eso te invito, en: http://jebfa.blogspot.com. Les estoy sugiriendo a amigos de allá a que hagan lo mismo. También lo hago contigo. Es una manera de facilitarle al lector ver todas juntas las cosas que has y estas produciendo. Es fácil de hacer y no cuesta nada en google. Anímate!”
Hoy, cuando ya se nos ha ido, me parece estar viendo su inconfundible sonrisa, esta vez desde el Cielo. Y solo me queda decir: Gracias maestro, por iluminarnos con su talento, con sus aportes y por honrarnos con su amistad. Su misión en la vida fue cumplida. ¡Descanse en paz!
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